Cuanto más nos preocupamos por la desnudez física, menos nos preocupamos por la desnudez mental.
¿Qué nos hace pensar que una es más importante que la otra? ¿Por qué vamos por ahí siendo superficiales pensando solo en la desnudez física? ¿Qué nos hace olvidar que criticarla deja al desnudo nuestra mente?
Y es que vivimos tan pendientes de qué tan desnudos físicamente andan los demás, que olvidamos que podría existir otro tipo de desnudez: aquella que ocurre en nuestros adentros.
Será acaso que nos causaría el mismo repudio ver a una persona desnuda en su personalidad, en su mente, que como nos sentimos cuando nos hablan de gente que les gusta el nudismo o que disfrutan de usar ropa ajustada, corta, o pequeña. Tal vez no sea pregunta sino, afirmación.
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