La tranquilidad que provee estar a solas, sin tormentos, pensando en lo que llevas dentro. Porque puedes estar solo pero de compañía, que no es lo mismo.
Esas guerras que uno vive. Para muchos otros es el bullying, el maltrato, la esclavitud, el hambre, el abuso, etc. Sin menospreciar ninguna, cada una se siente al cien por ciento.
Siempre he dicho que lo peor de pasar por estas guerras es haberlas peleado y no haber aprendido nada. Ahí, aunque hayas ganado, te aseguro que el que más ganó fue tu enemigo si logró aprender algo más. Y para poder aprender algo nuevo cuando uno tiene algo de edad se necesita abrir la mente. Pero en el caso de lograr hacerlo mientras se está en una batalla uno necesita volverse un monstruo, lograr separar lo que está pasando y mantenerse objetivo, enfocado, creativo; despojarse de su humanidad para poder ver lo que tapa el sentimentalismo.
La elocuencia del aprendizaje es conjugar el problema en pasado, la solución en futuro, y el yo en presente. Ver siempre el problema con ojos hacia el pasado, compararlo a eventos que ya han pasado y ver cómo otros o uno mismo lo ha resuelto. La solución siempre a futuro para que el día de mañana sepas cómo resolverlo o para evitarlo. Y el yo en el presente para que siempre te acuerdes de aprender en todo momento.
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