A veces, cuando estamos en un río torrentoso, nos aferramos a una piedra, y con el tiempo creemos que es lo mejor porque nos salvó. Y perdemos de vista el resto de auxilios que pueden existir, y pasamos defendiendo la piedra hasta la muerte.
Así nos pasa en la vida, nos aferramos a personas creyendo que son lo mejor porque tal vez una vez nos salvaron, y somos inconscientes de que esas mismas rocas nos mantienen atados y no nos dejan volar.
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